domingo, 19 de mayo de 2019

Un gesto admirable


Tiro de memoria, para haceros partícipe de un acontecimiento de vida que me hizo desear ser un buen gestor en un futuro. Ha sido la parte de la reflexión de Smith sobre la necesidad de interactuar con los usuarios de los servicios y desarrollar reflexivamente su propio sentido de vocación y deber público, el que me ha “movido” a compartir esta experiencia:
La primera vez que conocí de cerca a un GESTOR (las mayúsculas están intencionadamente puestas), fue en mis años de formación básica (E.G.B., allí por los años 1986). El director del centro (Agustín es su nombre y aun nos honra con su presencia), era una persona entregada a su trabajo, con amplias capacidades y habilidades sociales, que transmitía el placer de ejercer la labor docente y sobre todo que sabía crear un ambiente en alumnos y profesores de cercanía y empatía. Era un centro complicado, con alumnos conflictivos y situaciones familiares complejas venidas de todos los pueblos de Cádiz (existía un internado en el centro), mezcladas con hijos de familias humildes del barrio de “La Viña”. A priori aquello podía haber sido una “bomba”, pero el invento funcionó gracias, en parte, a la labor de gestión de su dirección y a su dedicación. Recuerdo que estaba rodeado de un buen equipo (jefe de estudios, pedagogos, profesores) y que casi siempre estaban “de risas”. Muy pocas veces lo vi cabreado, en parte porque no lo necesitó ya que infundía un gran respeto al alumnado y nunca rechazó una petición de ayuda de sus alumnos. Además fue un gran innovador, que inició en aquellos años 80: talleres de teatro, lectura, debate, poesía y un proyecto novedoso de radio escolar que se mantuvo durante casi 4 años (Radio Ola Escolar). En aquellos años se creó un grupo muy variopinto de alumnos de muy distintas procedencias y situaciones que confluían en una misma visión educativa. Recuerdo tardes y tardes de ensayo en el taller de teatro recitando a Lorca, con sus ojos puestos en nosotros y rectificando nuestros fallos de entonación e interpretación. Pasábamos mucho tiempo juntos y nos transmitió el gusto por la lectura, el aprendizaje y la amistad, aunque también por el respecto y la responsabilidad.

Aquella época finalizó y en 1988 se separaron nuestros caminos, sabiendo en mi interior que había conocido a un gran hombre. La sorpresa de este asunto es que 20 años después volvimos a encontrarnos profesionalmente, yo en mi puesto asistencial en un centro de mayores y él como Director del área de Igualdad de la Diputación de Cádiz. He tenido el privilegio de trabajar con él desde mi puesto de director de centro sociosanitario, teniéndole a él como superior jerárquico y comprobando que a pesar de los años no se han difuminado ni su entusiasmo, ni sus ganas de trabajar, ni su capacidad de “crear” grupos de trabajo eficientes donde la confianza y el respeto son elementos claves. Es un referente en la gestión y lo avala la cantidad de personas (alumnos, profesores, padres, personas mayores, familiares, asociaciones, etc.) que han pasado por sus manos y les ha gestionado una mejora, dentro de sus posibilidades, de sus vidas y expectativas.

Ha sido un referente durante toda mi vida personal, me ha formado como alumno y también como persona y finalmente he tenido la oportunidad de completar mi formación (ahora en el campo profesional) teniéndole a él como máximo responsable de mi ámbito laboral. Aspiro a ser la mitad de buen gestor que ha sido él y que en un futuro yo también puede influir tan positivamente en alguien como él lo ha hecho conmigo.

Como dice el refrán: “es de bien nacido, ser agradecido” y es de justicia reconocerle todo su mérito aunque sea de esta forma tan sencilla y humilde. Gracias por tanto, Agustín.

2 comentarios:

  1. Emocionante articulo que expresa un reconocimiento personal y profesional que a todos nos gustaria protagonizar.Orgulloso de ti Agu.

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  2. Enhorabuena Agu un artículo precioso muy orgullosa de tener un hermano tan trabajador y buena gente.

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